El
avance de la derecha latinoamericana, apoyada por la siempre bien dispuesta
estructura imperial, es amplia y notoria. Desde la caída de Zelaya en Honduras
y Lugo en Paraguay, se ha constatado una re – estructuración de sus
estrategias, las cuales pasan de los “golpes suaves” (o “institucionales”, como
contra Lugo) hasta la “desestabilización permanente” practicada contra
Venezuela. A estos fenómenos hay que sumarle la aglutinación de dichas
derechas, bajo lo que se ha denominado el “caprilismo”, esto es, la
camaleonización de sus postulados golpistas, neoliberales a ultranza y des –
integracionistas bajo la ilusión del reformismo suave. Esta estrategia de
ofuscamiento de sus postulados más noventistas, va de la mano de una nueva
concepción de la política, donde los discursos están de más y la palabra sede
paso al gesto, al igual que el mitin sede paso al medio de comunicación
hegemónico. Así, estructuran una doble estrategia: por un lado, golpes suaves o
institucionales, por el otro, reagrupamiento camaleónico de sus postulados más
duros.
Estos
dos puntos fuertes van acompañados por una serie de metodologías paralelas:
guerra entre bloques integracionistas (Alianza del Pacifico contra ALBA –
MERCOSUR) y militarización contra la protesta social y el narcotráfico,
particularmente en la zona andina. Al mismo tiempo, realizan una guerra
mediática a gran escala, apostando por los políticos que proyecten una imagen
más “moderada”, dado que los pasos a seguir deben ser ocultados al público o
distorsionados en la medida de lo necesario.
Todas
estas cuestiones fueron discutidas en el último foro “Las estrategias de la
Nueva Derecha”, organizado por Tiempo Argentino y que contó con la moderación
de Alberto López Girondo y la participación de Oscar Laborde, Stella Calloni y
el diputado paraguayo del Frente Guazú Sixto Pereira. Quisiera detenerme un
minuto en lo expuesto por Canese, quién contó la actual situación del Paraguay,
contexto que sirve para graficar o modelar lo que las derechas latinoamericanas
esperan realizar una vez desarticulados los diversos gobiernos progresistas de
la región.
Para
Pereira, Paraguay se ha convertido en el “laboratorio del Imperio”, diseño
proveniente de la misma embajada de EEUU. Para él, Cartes no podría haber
creado el diseño que terminó con el gobierno de Lugo, dada la incapacidad en
logística y gestión estratégica crónica de muchos sectores políticos del país,
pero sí jugó un papel importante en la caída del ex mandatario. Así mismo se
pregunta, “si hay un contexto de estabilidad y crecimiento económico, ¿para qué
el golpe?” Una pregunta sumamente relevante y que merece ser analizada en
detalle, pues hay que recordar que el Paraguay,
un país de apenas 6,7 millones de habitantes, ha proyectado para este año un
crecimiento del 13,6%, impulsado por sectores como la actividad agrícola,
cárnica y construcción (América Economía)
Si
no es el “problema económico” el factor causante del golpe, Pereira considera
que es el avance del movimiento popular, lo que convertiría a la caída de Lugo
en un “golpe preventivo”. En sus propias palabras, “el golpe nos agarró por
sorpresa”, debido a que aún no habían logrado articular un movimiento popular
lo suficientemente masivo, unido, solidario y organizado como para detener la
caída del gobierno. A esto se suma la crónica división de la izquierda, debido
a la creación de una “fisura” o cooptación de sectores y dirigentes, con
dólares provenientes del norte.
En
cuanto al esquema institucional implantado por el Cartismo, este se encuentra
ordenado por tres ejes fundamentales:
) Brazo armado: matanzas de dirigentes
populares, especialmente en el campo, donde convergen el paramilitarismo, el
narco, el ejército y el mismo EPP, sin que pueda saberse muy bien donde
empiezan las acciones de un grupo y terminan las de otros
2
) Agronegocios: “ley de responsabilidad
fiscal” impuesta por las transnacionales
3
Alianza Público – Privada (APP):
privatización en manos exclusivas del presidente
De
esta forma, Paraguay se transforma no solo en la “cuña” de EEUU en el proceso
de integración regional, sino en el modelo de reorganización del poder mediante
su totalización en el Ejecutivo por medio de la militarización, el agronegocio
y las neo-privatizaciones. A esto se suma la subordinación del Poder Judicial y
la criminalización del movimiento social. Este esquema, expuesto por Pereira,
da cuenta de cómo se ha movido la nueva derecha en el país que asiló a Artigas,
en la creación de un sistema totalitario de nuevo cuño.